lunes, 14 de julio de 2014

Lenguaje con conciencia

Hay lugares que se prestan al encuentro de uno consigo mismo. Son lugares solitarios, donde hay una buena acogida por parte de las personas que viven allí, pero sobre todo, silencio, mucho silencio.
Ayer Encuentros con Conciencia estuvo en el Monasterio de la Armenteira, situado en un paraje único de Galicia, un valle rodeado de antiguos molinos de agua, en pleno corazón de las Rías Bajas, en Meis, Pontevedra.
Se despedía, después de veinticinco años, el monje cisterciense que había sido capellán en el monasterio, Juan Mª de la Torre, una mente privilegiada, un espíritu cultivado y un buen amigo.  “Vendrá otro” nos dijo. Y, nos contó una historia de un mirlo que se posó en una frágil rama, un instante, y se fue. Así describió su paso por la Armenteira.

El lenguaje metafórico si bien ha sido utilizado desde tiempos inmemorables, comenzó a ser estudiado e investigado por sus efectos en la mente humana en el siglo pasado. Uno de los que más lo ha utilizado para curar a sus pacientes, ha sido el psiquiatra y psicoterapeuta Milton Erickson. Él sabía por su práctica diaria con las personas que atendía y también observando a sus propios hijos, que a través de cuentos e historias, se abre una dimensión conciencial que hace que se entiendan los mensajes muy claramente. Es el lenguaje que dominamos con el hemisferio derecho, que funciona por asociación de ideas y favorece que surjan soluciones únicas. Es el símbolo que sugiere, no impone, no ordena, sino que siembra con suavidad, permitiendo que la persona que lo oye, tome lo que necesita y vaya madurando a su ritmo.

¿Qué quiso expresar nuestro amigo? En su sencillez, se identificaba con un animal pequeño que vuela, que migra de un lugar a otro en tierra de nadie, porque sabe que su Tierra no es esta... se posó en una rama que se movía con el viento, porque sabe que nada es para siempre... un instante... lo que dura la vida, ya que no hay tiempo, y volvió a migrar, sin mirar atrás, como Lot.

En su relato, obvió que la rama donde se posó el mirlo formaba parte de un frondoso árbol donde cientos de ramas acogieron a miles de pájaros, todos diferentes y coincidieron en su mismo instante... un instante de claridad, de lucidez, de ágape, de humor, de humanidad... y todos migraron después; pero ese instante se quedó con todos y con cada uno. Así que, en nombre de los demás pájaros, damos un agradecimiento eterno a ese mirlo por haber escogido esa rama, en ese momento y en ese lugar...

Os presentamos, a los que no lo conozcáis todavía, a un alumno de Milton Erickson y profesor mío, que se dedica a profundizar cada día más en el lenguaje metafórico, John McWhirter, en una entrevista que le han hecho en la Universidad de Valencia. 

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