martes, 14 de octubre de 2014

El niño de la bicicleta

Transformar obstáculos en retos es una habilidad bastante codiciada. Se necesita ante todo, ser valiente, romper el límite del miedo y atreverse a dar un paso más. Las personas que se arriesgan, aún sabiendo que existen probabilidades de error y de fracaso, también saben que si no intentan superar los obstáculos que les pone la vida, pueden caer en el error y en el fracaso de la mediocridad, de la rutina y el aburrimiento, Es decir, de no ser ellos mismos por no haber activado sus dones y  talentos en toda su vida. Lo peor que puede hacerse. 
Armando en el grupo Saturno (con guitarra de pie) Ver blog

Entonces, estas personas valientes, van y lo intentan, se exponen a todo, es cierto, pero el secreto que les impulsa es la confianza absoluta en su capacidad de hacerlo, porque ellos sí que conocen sus límites. Los demás, que somos espectadores de semejantes hazañas, nos llevamos las manos a la cabeza, “pero, ¿cómo se le ocurre hacer eso?“. Y ellos lo hacen igual. Saben que la vida que tienen, corta o larga, es para vivirla al máximo, sin dejarse nada que pueda arrepentirse de no haber experimentado, sino, ¿para qué?

Este espíritu luchador y alegre lo tenía nuestro amigo Armando. Su padre, cuando el niño se quedó totalmente ciego le dijo “yo no pondré límites a tus capacidades“ y él desde pequeño entendió el mandato. Así fue un ejemplo para todos.

El legado de Armando ha sido muy grande. Sobre todo para los niños y niñas que convivían con él en el colegio “Santiago Apóstol“ de la Organización Nacional de Ciegos de Pontevedra. Pensaban,”si él puede, ¿por qué yo no?”. Su lema era “nada es imposible” y ¿qué hacía Armando que llamara más la atención siendo ciego? Pues lo que hacen todos los niños que tienen la suerte de ver: jugar al escondite, montar en bicicleta, en monopatín… por citar algunas cosas inverosímiles de creer pero ciertas, porque los que tuvimos la suerte de conocerlo lo contemplábamos atónitos. Había desarrollado hasta tal punto su capacidad auditiva, que era capaz de encontrar a los escondidos oyendo su respiración. Y es más, llegaba a sentir en su cuerpo la densidad del aire pudiendo esquivar los obstáculos, por eso le llamaban “el niño de la bicicleta”, porque andaba en bici sin darse con nada.

Este mes ha sido el veinticinco aniversario de su muerte. El tumor cerebral que le había dejado ciego a los dos años, le volvió a aparecer a los dieciocho. Desde entonces, Armando está con nosotros a través de sus canciones y ejemplo de vida. Porque lo que más le gustaba era tocar la guitarra y cantar en su grupo musical.

Sus amigos y amigas, compañeros de batallas, los que, al igual que él, saben superar obstáculos, han tenido más suerte, han terminado sus estudios y, con el mismo valor,  se han atrevido a formar una familia, educando a sus hijos en altos valores de solidaridad y  diversidad .

No se olvidan de su amigo. Acaban de editar una canción “Amigo, dame fuerza al caminar”  que le había escrito Jose Abraldes (tocaba el teclado en el grupo) el año que murió. Ahora, con los adelantos informáticos y musicales han recompuesto la música entre todos y le han rendido un homenaje para agradecerle su amistad.

Os dejo con la canción. Atentos porque al final se puede oír su voz “ hasta siempre”


Armando, qué bien que estuviste con nosotros.





2 comentarios:

  1. Preciosas palabras y unas horas muy agradables en compañía de los amigos , familia y como no de El de Armando que siempre estará con todos nosotros, y que decir de la canción"" Preciosa""

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días Anónimo! gracias por tus palabras, seguro que tú tambien pudiste compartir Armando muy buenos ratos.Ahora, como bien dices, lo disfrutamos porque lo seguimos sintiendo muy cerca.

      Eliminar