jueves, 8 de enero de 2015

El movimiento constante

Comenzamos un nuevo año. Un ritual más que nos ayuda a cerrar ciclos y fijar nuevas metas. Nuestro Planeta Tierra también ha concluido su vuelta alrededor del sol. Pero la naturaleza, más sencilla y más sabia, se deja fluir, sin proponerse otra cosa más que dejarse llevar por su propio movimiento.

Porque todo fluye, en realidad, todo se hace sin hacer. Esta frase no la entiende la mente, que nada más leerla, la juzga, la escudriña y la desdeña, ¿cómo no hay que hacer nada?, ¡eso es de vagos!, ¿qué hubiera ocurrido en la humanidad si nadie hubiera hecho nada? Pero claro, hay que explicar qué hay que dejar de hacer, y después, se hace mucho y mucho mejor….! La gran diferencia es que, cuando fluimos con nuestra propia  naturaleza, estamos conectados con nuestras aptitudes, nuestros talentos, nuestras habilidades…, surge la fuerza y el ímpetu de realizar aquello para lo cual estamos hechos, y esa es nuestra meta: ser nosotros mismos y dejarnos llevar.

A lo largo de la historia, los grandes logros los han realizado personas entusiastas, que creían en sí mismas y se sentían seguras. Por poner algunos ejemplos, Cristóbal Colón, Eisntein… ¿Hicieron cosas?, muchas. ¿Trabajaron?, bastante. ¿Tenían metas?, sin duda… ¿Entonces?, entonces la pregunta es: ¿siguieron su corazón?, seguro. ¿Volverían a hacer lo mismo si tuvieran la oportunidad?, fijo. Quizás no de la misma manera, pero su sueño lo hubieran seguido igualmente. Esto es fluir con el corazón, cuando hacemos cosas “y el tiempo se pasa volando” y después escuchamos de los demás “qué bonito es!” o “¿cómo has podido hacer esto?”,  y tímidamente respondemos, “no sé, me ha salido así”… si buscamos estas sensaciones, encontraremos muchas. Os animo a buscar. Y sí, yo también le doy la razón a la mente para que se quede tranquila: ”luego hay que hacer algo”

En Encuentros con conciencia festejamos el movimiento de la Tierra, la salida de un año y la entrada en este nuevo, creando un caballo de trescientas piezas de papel. Allí estaban los y las artistas : Emma, Luis, Lucas, Rewda y Zulfa. Sus edades formaban una secuencia motivadora: siete, ocho, nueve y diez años. Acudieron con sus padres. Todos con sus talentos activados, tres horas que pasaron “volando” y fue muy divertido. Dirigía Miguel Ángel, nuestro amigo matemático-papirofléxico, también lleno de entusiasmo. Entre todos fue posible y el resultado ha sido esta figura, llena de color, que nos evoca la fuerza del animal, para ir a trote o al galope, como más nos guste, por este recién estrenado 2015. Que vuestra gran meta sea alcanzada con el corazón. Buen camino! 

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