martes, 28 de julio de 2015

Safari virtual en Iguazú

Hay muchas maneras de viajar y muy diferentes viajes.

Yo acabo de llegar de un safari. Como siempre, después de tantos días, 40+1, me cuesta “aterrizar” a lo cotidiano. No porque hubiera desatendido mis quehaceres diarios, sino porque eramos un grupo y todos los días compartíamos “las dificultades de atravesar la selva” Ahora al regresar de semejante aventura, me siento más fuerte, con una visión renovada de las cosas. Y sí, me costará unos días adaptarme sin ellos.

La verdad, hubo momentos de desconcierto -la guía en quien confiábamos la ruta se puso enferma- pero enseguida se solucionó gracias a una compañera que venía desde California, que ya había estado en la selva y se ofreció voluntaria dos días. Después, cuando volvió la nuestra, nos solidarizamos con su proceso de recuperación y durante una semana estuvimos en silencio. Menuda experiencia! Sólo hablaba ella, porque claro, necesitábamos orientación en medio de semejante caos.

El paisaje estaba lleno de belleza, hay que reconocerlo, era pura belleza: cataratas, mariposas monarca, ríos, fuentes, SUSTENTO POR DOQUIER..., pero al estar dentro, había que lidiar con los monitos, que tenían que costumbre de cuchichearnos al oído, los mosquitos y lo más peligroso: las serpientes. A éstas eran a las que más teníamos miedo.

Sin embargo, los diez últimos días disfrutamos tanto, que incluso los aparentes peligros dejaron de serlo; los llegamos a sortear de tal manera, que pudimos conectar con todos los animales. La guía sabía que las serpientes no eran venenosas. Nos lo dijo el último día, cuando ya las teníamos domesticadas. Nos reímos mucho.

También adquirimos destreza por la noche, en la oscuridad de la selva. No quedaba otra! Para no perdernos, poníamos ATENCIÓN en la LUZ de las linternas que nos colgaban del cuello, a la altura del CORAZÓN , así nos hacíamos de referencia unos a otros.

Descubrimos también la ABUNDANCIA y lo importante que es MANTENER LA CONCIENCIA de esta REALIDAD.

Este verano está siendo muy interesante.

Desde aquí, un ABRAZO GRANDE a mis compañeras y compañeros del safari junio-julio 2015 y a nuestra guía, que por momentos se camuflaba con nosotros y se dejaba guiar...por cierto, está organizando otro viaje virtual en agosto. 

miércoles, 22 de julio de 2015

Verano, tiempo de cosecha

Al margen de nuestras prisas para “llegar cuanto antes“ al futuro o de nuestras reticencias a soltar el pasado, las estaciones estivales llegan siempre a su hora, con sus ritmos implacables.
El verano, por antonomasia, es tiempo de recoger la cosecha. Algunos dirán, pero ¿de qué cosecha se trata si no trabajamos en el campo? Eso es cierto. Sin embargo, hay un maná espléndido y gratuito que la vida nos regala generosa y continuamente a todos: sembradores y no sembradores. Y este verano que estamos viviendo, sería una lástima no recogerlo. Me refiero a disfrutar de los “escenarios” que esta época estival nos ofrece.

Ayer me sucedió algo sorprendente aquí donde vivo, en las Rías Bajas de Galicia: una manada de delfines pasaba cerca de dónde yo me estaba bañando, no muy lejos de mí. Lo tomé como una sincronicidad, un “guiño” de la segunda atención, de la que habla Castaneda en Las enseñanzas de Don Juan. Realmente, ha sido un suceso totalmente inesperado e inusual, es la primera vez que me ocurre. No podía dejar pasar ese hecho. Así que al llegar a casa retomé mis apuntes sobre la sabiduría totémica, dónde explican qué nos dicen los animales que llegan a nuestras vidas de repente o que viven con nosotros.

Ahí estaban mis notas. Decían que los indios americanos consideran al delfín como el transmisor, el comunicador por excelencia. Nos hablan siempre de alegría, dadores de vida, el maná, del disfrute del momento presente. Como animal de poder, esa cultura acoge a los delfines como los conocedores del constante flujo, la compresión del ritmo, el uso exquisito de la respiración para liberar las emociones intensas, el poder del agua.

Las tribus primitivas , al convivir en contacto estrecho con la Naturaleza, sentían la esencia única de los diferentes animales y sabían cómo beneficiarse de ellos. Es hora de reconexión. El delfín nos recuerda que tenemos que movernos con las mareas de la vida y no estancarnos con creencias obsoletas o acontecimientos pasados. El instante nos renueva siempre.

Os invito a poner ATENCIÓN en cada suceso que ocurra en vuestro día a día, por nimio o carente de significado que parezca, nada es casual y está comunicándonos lo que necesitamos saber Aquí y Ahora. Feliz recogida de cosecha!

domingo, 12 de julio de 2015

Cuando vivir es regalar

Hay experiencias que nos marcan. Otras nos transforman. Éstas revolucionan el entorno. Desde fuera es difícil comprender cómo tal o cuál persona, de repente, deja de hacer “lo de siempre, que le iba tan bien (nos atrevemos a juzgar!)” y su vida da un giro de 180º y hala!, se dedica a regalar a los demás, por ejemplo. Estas personas, ricas en creatividad, sienten que su sustento está garantizado por la Vida. Algunos pueden pensar, “pues si está garantizado, no tienen ningún mérito”,  “los que tienen mucho, pueden dar más”, etc.

Pero se trata de dar lo genuino, lo propio de uno mismo, eso que es original porque somos únicos. Y al dar esto, curiosamente, nos llenamos, o mejor, nos plenificamos. También ocurre el efecto contrario cuando se produce esta metanoia: si nos paramos, nos sentimos vacíos. Estas personas revolucionarias, no pueden dejar de darse para seguir siendo ellas mismas y poder gozar de la vida. Por eso lo hacen. Obviamente no les mueve nada material. Hablo de otra Abundancia.

Hemos conocido a Rosario Cases, una de estas personas. Vive en Elche, pero se desplaza a donde la llamen con un gran equipo de voluntarias y voluntarios. Aquí estaba en Sevilla. Encuentros con conciencia pronto estará en esa preciosa ciudad, compartiendo uno de nuestros talleres con ella. Todo un lujo. Os dejamos con su vídeo, mirad a qué se dedica y estad atentos por si se mueve vuestro corazón… y seguidlo:



viernes, 3 de julio de 2015

Después de mi constelación

Un nuevo encuentro con conciencia nos llevó a Pamplona el sábado pasado. Como suele ocurrir, hacemos entre todos y todas una “ensalada emocional” para abrir el grupo, y cerramos, al final de la jornada, con un “buffet de valores”. Todo personalizado. Obviamente, solo quienes estuvieron alguna vez en nuestros talleres saben de qué se trata, porque no tiene nada que ver con el concurso de “Master chef”... Aunque, en realidad, sí que hay algo similar en ambos: lo más significativo en común son los nervios, la expectación e incluso el miedo, que genera la mente cuando nos vamos a exponer delante de desconocidos, a algo desconocido.


Porque realmente, en un taller de Constelaciones Familiares ganamos todos. Se lleva más, quien más aprende. Quien más permite acoger en su corazón todo lo acontecido en su historia familiar. Quien más aprehende. En una palabra, quien más ame.

En una de las entradas de este blog, del día 14 de abril de 2015, hablábamos de la actitud ante las Constelaciones. Hoy, nos vamos a referir a los días, semanas después de haber realizado la constelación. La pregunta que surge es: -bien, ¿y ahora qué?-

Las personas que hicieron el servicio de representar nuestra imagen familiar, indicaron el orden, una dirección. También dieron el primer impulso hacia él, como cuando una ficha de dominó está en una fila. Ellos tumbaron la primera, la cual a su vez tumba a la segunda, y ésta a la tercera, etc. Para no parar este “movimiento de fichas” y dejar que el impulso le alcance a todas y a cada una, es importante evitar racionalizar, ya que acabamos de ver que la Realidad es más grande que nuestra realidad cotidiana. Los representantes dieron el primer paso, el resto nos corresponde a nosotros.

Los órdenes sistémicos obedecen a leyes no visibles, lo esencial solo lo puede ver el corazón. Bien lo sabía el autor del Principito.

El desenlace de tu constelación, la imagen final, es preciso que la fotografíes mentalmente, que la lleves contigo siempre, y por las noches la veas y la observes mientras dices “SÍ” a todo lo que fue.

Desde el interior, la fuerza, ese impulso primero, ya puede seguir el movimiento. La clave es permitir que suceda. El tiempo hace el resto.

Si no se respeta este ritmo y “queremos más” (todavía más!) de lo que acabamos de ver, buscaremos de manera infructuosa resultados imposibles. Sin embargo, si guardamos “la foto” en nuestro “silencio interior”, podremos experimentar los beneficios que conlleva asentir al Destino.

Enhorabuena a todas y todos los que habéis formado este grupo, un potente grupo. Os deseamos unas estupendas fiestas de San Fermín y un feliz verano.