“Desde la noche de los tiempos se
sabe que cuando un niño o niña nace, trae consigo, junto con su código genético,
un legado familiar impreso en su ser. Muchas culturas han sabido contemplar al
ser humano y abordar las vicisitudes de la vida bajo ese prisma transgeneracional.
Con él se abre la posibilidad de liberar nudos emocionales provocados por
sufrimientos de nuestros antepasados” (De la ficha didáctica del cuento: "El secreto de la montaña")
Hoy, en el día Internacional de
la salud, os presento un proyecto educativo que apunta alto. Porque cuidar y
atender la vida emocional de los pequeños, es promocionar salud.
Se trata del primer Kamishibai de
la colección “Constelaciones familiares” que publica la editorial Sieteleguas. Se titula "El secreto de la montaña", aquí podéis acceder al enlace. En
Japón utilizan un pequeño teatro de madera para contar cuentos a los niños. Una
persona se coloca detrás y va pasando las láminas mientras relata.
Pero este Kamishibai, además, no solo es para
disfrutarlo en familia, sino que el objetivo es el aula, el ámbito educativo-escolar.
Es un recurso que facilita a los docentes alcanzar más allá de la apariencia de
los niños, ya que detrás de la hiperactividad, bullying, fracaso escolar, rebeldía,
falta de atención y un largo etcétera de trastornos, puede haber una carga
sistémica que pese demasiado al menor y que no sea suya propia. La carga por
lealtad a los que más quiere. Liberarlo de ese peso es una manera de honrar y
respetar la infancia. Además de proporcionarle las ayudas escolares,
psicológicas, médicas o cualesquiera otras que necesite, también nos podemos
adentrar en las raíces familiares y deshacer los nudos emocionales que allí hay
y que le están afectando en su día a día.
Es para mí un privilegio que me
hubieran encargado escribir esta aventura, que llegará a muchos rincones del
planeta, al estar en varios idiomas; sobre todo, y en coherencia con la pedagogía sistémica desarrollada por Bert Hellinger, que pueda llegar a
los niños y niñas ciegas, porque también está en braille.
Desde aquí, una vez más le doy
las gracias a Iñaki Rubio y a su equipo editorial por haber confiado en mí y la
enhorabuena a Nuria Rodriguez, por su arte dibujando y sensibilidad con la
obra. Contigo mis palabras se transmiten llenas de luz y color.
¡Feliz semana!