Alguien
podría pensar ”¿un árbol invertido le sirve a alguien?” Sí: a los buscadores de perlas. Esta es la
respuesta que darían los participantes del taller del sábado en Pamplona.
El jardín del árbol invertido de Rafael Trelles (1998) |
Para ello, hubo que llegar a las raíces,
“invertir el árbol “ de nuestra vida y ver el origen, donde nuestros ancestros,
llevados por la fuerza inexorable de su Destino, lo soportaron como fueron capaces, entregándose a él la mayoría del tiempo
con sufrimiento y a un precio muy alto.
Ahora
nos toca vivir a nosotros, sabiendo que formamos parte de su historia pero también
creando la nuestra que, a veces, atrapados en los destinos de ellos, nos
impiden abrazar la propia vida.
Por
eso ha sido tan revelador el darnos cuenta de que “el árbol (nosotros) tiene
raíces pero las raíces no son el árbol”.
Quizás
nos juzguen las próximas generaciones y alguien nos podrá echar en cara ¿porqué
hiciste esto o lo otro que estuvo tan mal? Entonces, lejos de sentirnos
culpables, podremos recuperar la perla de la comprensión, y con una perspectiva
más profunda les podremos mirar con ternura, porque nosotros también fuimos
miopes un día.
Ahora
sabemos que todo estuvo y está bien.
A
partir de este cuatro de octubre, cuando se celebra la fiesta de Francisco de Asís, nosotros en Navarra,
con zapatos nuevos, estrenamos vida.
Muchas
gracias a los que habéis compartido ese estupendo día con nosotros y lo habéis
hecho posible. Vuestras historias son las nuestras y en ellas, estamos todos.
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