Ya hemos vuelto de Pamplona. Ahora sí que hemos conocido
personalmente a otro estupendo grupo con el que compartimos intensamente muchas
historias. Historias de vida que han salido a la luz y allí aparecieron,
dejándonos sorprendidos a primera vista para después establecer el orden y
permitir la comprensión. Realmente, después de realizar tantas Constelaciones
Familiares, la sensación de ser importante por mi misma, se ha diluido, porque
viendo lo visto, si no es en relación con los demás, no somos nada.
Pero antes de llegar a Navarra, también escuchamos durante
el camino, otras vivencias. Esta vez, viajamos desde Galicia con nuestra amiga
Marina, un lujo de compañía (ya nos había contado su anécdota con “Los niños de
calle”, está una entrada en el blog, de diciembre del año pasado) Ella vivió
casi toda su vida en África. Ahora vive
en el pueblo de Javier y estaba pasando unos días con sus hermanas en Santiago
de Compostela.
Marina nos contó por el camino muchas cosas de su estancia
en el Congo. Yo me quedé con la historia del cacahuete. Dice, que la mujer
africana sale temprano de casa todos los días para ir al campo a buscar comida.
Vuelve tarde –allí las distancias las recorren andando- y al llegar a casa,
les esperan sus hijos con muchas ganas de verlas, pero sobre todo , con mucha
hambre. Es la única comida que hacen al día. En una ocasión, coincidió que un
niño de unos cinco años, encontró un cacahuete en el suelo. Entonces, casi al
instante, se formó un círculo alrededor de él con más de diez niños y niñas
mirando el cacahuete. Y ocurrió. El niño con el cacahuete lo abrió y lo partió
trocito a trocito repartiéndolo entre todos. Ninguno quedó sin el sabor del
fruto. Todos tenían la misma hambre y los“propietarios” del cacahuete eran
“todos”. El niño que lo encontró lo sabía. Sabía que no era suyo sólo. El sólo
era el encargado de repartirlo. Impresionante.
Estos niños, con mucha probabilidad vivan menos años que los
de los países del Norte, sin embargo, la conciencia de unidad con la que viven,
les permite gozar plenamente de cada instante. Por ello, aunque se mueran
antes, se llevan más vida. Son sistemas diferentes que, en esto concretamente,
nos llevan ventaja.
Nosotros seguimos aprendiendo a dejarnos llevar, a fluir o a
abandonarnos a nuestro Destino, que no lo tenemos fácil desde la mente
racional.
A los que habéis
venido esta vez al taller, os sugerimos leer dos entradas del blog, “Los
buscadores de perlas” y “Más perlas de sabiduría”, pues indican la actitud
después de la Constelación Familiar. Las encontráis más abajo, con el cursor.
Muchas gracias a todas y todos!
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