Acabamos de celebrar uno de nuestros talleres más
enriquecedores para el desarrollo personal y profesional. Esta vez lo
solicitaba la Escuela de Salud y Bienestar ADOREA, de la fundación SARquavitae
de Sevilla. Por cierto, celebran una década desde su apertura y pronto darán el
salto a la Universidad. ¡Enhorabuena!
Compartimos durante dos horas algunas técnicas sobre
la comunicación eficaz, pero, sobre todo, muchas historias de vida sobre cómo
nos comunicamos y tomamos conciencia de nuestro bagaje interior, nuestra mente,
emociones, sensaciones a la hora de relacionarnos con el otro.
Las personas que acudieron al taller procedían de
diversos campos. Algunas estaban en activo y otras, jubiladas, pero todas
estaban a la expectativa con una actitud de apertura hacia lo desconocido.
Había muchas cosas encima de la mesa, que para mí
eran más importantes que el ordenador. Según se fue desenvolviendo la dinámica
del encuentro, pudimos ver que todos y cada uno de los objetos iba tomando su propio
sentido.
Por ejemplo, las manos de Lola buscaron sin saberlo,
un exprimidor de zumo. Su inconsciente captó el mensaje enseguida, le dio una
pista para reflexionar “¿le estás sacando todo el jugo a tu momento actual?,
“¿exprimes al máximo tu vida, o te pierdes algo?” Como sabemos, no hay
casualidades. Hubo algo para cada asistente, y por supuesto, ya que éramos un
grupo, lo de los demás también era para nosotros.
Una de las señoras que residía en ADOREA, se llamaba
María. Me llamó la atención su respuesta ante la pregunta, en la primera ronda
que hicimos, sobre qué era lo más importante en comunicación. Con su
experiencia y sabiduría, dijo que era “la sencillez y humildad de querer
escuchar al otro, de no querer imponernos con nuestra razón a lo que el otro
nos dice” Cuando escuché eso pensé “lo ha dicho todo y se acabó el taller” pero
bueno, ya que me había desplazado desde Galicia y me gustaba el grupo, decidí
continuar… Aunque ya se había dado el quid de la comunicación en esa frase.
Gracias, María, por tu coherencia con esa humildad.
Mercedes, la directora, tuvo un pequeño globo
terráqueo entre sus manos. A la pregunta si le resonaba como metáfora, no dudó
y dijo “Sí me dice algo de mí, yo no tengo fronteras, no pongo límites entre
países, soy del mundo” Nosotros contigo.
Muchas gracias a todos y todas y
concretamente a ti, Mercedes, por habernos dado esta oportunidad de compartir
los Encuentros con conciencia en esta ciudad tan bonita, Sevilla.
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