lunes, 5 de noviembre de 2018

El reencuentro

Mi amigo Longinos vive en Uganda. Lleva en España unos meses y por sorpresa se dejó ver en Galicia antes de volver a África. Aprovechando la ocasión, este sábado se organizó la misma “quedada” que hacíamos los estudiantes hace treinta años: a las ocho en su casa y después cena en el Galeón (un conocido bar de la ciudad) Esa era nuestra cita obligada de los jueves a las ocho… durante tres años. De nuevo Longinos nos invitaba y algunos pudimos ir.


Gran ilusión este reencuentro. Éramos los mismos con “el envase” modelado por los años. O sea, más arrugas, más canas, menos pelo, con gafas..., pero nos reconocimos enseguida. Todos queríamos hablar y compartir. Comenzó Leo con mucha emoción y después continuamos uno a uno resumiendo torpemente todos esos años. Cuánta vida y cuántas gracias dadas.

Longinos ya cumplió setenta años. Dice que echa de menos seguir jugando al fútbol. En el año 1978 decidió compartir su vida al lado de los que menos tienen y ser su voz en occidente. Su trabajo, su misión como misionero, es acompañarlos y sumar fuerzas para que tengan acceso a los derechos fundamentales: una vida digna, vivienda, educación, salud, etc. Los mismos derechos que aquí, pero en peores condiciones. Su opción de vida sigue llamando la atención a muchos. A otros tantos, no.

Lo que sí nos chocó cuando lo conocimos fue su nombre, y aunque al principio nos costaba, después nos acostumbramos. No ocurrió lo mismo en Karamoja, donde vive. Dice que le llaman Elanyangikoi (aquí ni lo intentamos), desde el día que llegó a ese lugar. Por lo visto tienen la costumbre de darte un nombre de acuerdo a cómo te ven y te observan a los pocos días de estar con ellos. Elanyangikoi significa “el que corre más veloz que las balas”. No sé si se lo pusieron por su habilidad en el campo de fútbol o porque lo vieron correr delante de algún animal peligroso. El caso es que jugando, Longinos también hizo amigos. Se ganó a la gente en su corazón. Fruto de ello, ha sido un joven karimoyón que ha decidido seguir sus pasos, los mismos de Daniel Comboni.

Desde Encuentros con conciencia damos la enhorabuena a Casimiro Lokwang y a sus padres, por hacerlo posible.

Después de seis meses, Longinos vuelve a Uganda. Nos comentó su perplejidad cuando en un programa de televisión, que se suponía que era una tertulia, los participantes luchaban por hablar y nadie escuchaba al otro. Nos reímos. Bueno, por su manera de contarlo, porque la realidad es tan penosa como cierta. Surgió el tema de la escucha. Nos olvidamos de que la vida, con todas sus vicisitudes, nos comunican incesantemente un mensaje personal a todos y cada uno de nosotros. La realidad que nos toca vivir, dondequiera que sea, nos pone en jaque y nos exige presencia. Presencia para no perdernos la vida que nos vive. Esta es la gran vocación.

En nuestro reencuentro del sábado echamos de menos a los que faltaban y acogimos a los que, por extensión, se integraron al grupo. Ha sido estupendo volver a vernos, así, tan auténtico todo.

Buen viaje Longinos, aunque lejos geográficamente, seguimos siempre juntos. Abrazo grande.

2 comentarios:

  1. Cuando la guerra civil de Uganda, en una ocasión estaba Longinos en un poblado y llegó una milicia a asaltar el lugar. Los soldados abrieron fuego contra todo lo que se moviera y todos fueron a buscar un refugio, todos menos Longinos que comenzó a correr como una fiera. Lo vieron correr. Cuando se fueron los milicianos los habitantes del poblado pensaron que no habría sobrevivido, pero allí estaba volviendo de la selva "el que corre más rápido de las balas". Y así le llamaron: "Elanyangikoi".

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  2. Muchas gracias Xaquín! ahora sabemos más de Longinos. Nos ha gustado mucho compartir con vosotros la fiesta del sábado. Abrazo grande!

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